Date cuenta de que estar en el mundo, tal como lo percibes, es una completa farsa – y que esto será destruido para poder emerger quién eres. Cuando te das cuenta de que no eres tu nombre, ni lo que haces, ni lo que ves, surge la pregunta fundamental: ¿quién eres?

Este es el comienzo del encuentro, este es el primer toque de la Verdad en tu cabeza, en tu mente. Fíjate que no tienes idea de ti ni de nada más, y que, sin cesar, sólo has repetido lo que otros dijeron… Mineira. Mujer. Un espíritu encarnado. ¿Llegas a esto?

El juego, entonces, consiste en afrontar la verdad con buen humor. Sin buen humor no tienes ninguna posibilidad. Unas grandes dosis de buen humor son imprescindibles, porque -cuando menos te lo esperes- tendrás que renunciar a todo lo que valoras como real y, por último, entregarte a ti mismo. Es una entrega constante.

De acuerdo con nuestro condicionamiento, buscamos el proceso más corto posible para lograr nuestros objetivos. Preferiblemente uno que ofrezca también el mayor grado de seguridad. Por eso, incluso frente a la Verdad, intentas negociar. Ves que la Conciencia lo es todo y vas por ahí repitiéndolo, como si ya te hubieras dado cuenta – “¡Está bien, lo sé!” – pero eso no significa nada. Permanecéis en la oscuridad diciendo que sois Conciencia.

De hecho, la Conciencia eres tú, pero “tú” no es Conciencia.